domingo, 11 de agosto de 2024

El Gran Saposoa al fín, fuente de turismo de aventura, en nuestra provincia.

EL GRAN SAPOSOA   AL  FIN.

Otro amanecer, otro lodazal.- A los animales les decían “mulas 4 x 4” porque parecían tener doble tracción.- Todos estaban embutidos en sus impermeables porque los negros nubarrones no les daban tregua.- La quebrada por la que bajaban a veces se adelgazaba hasta convertirse en un apretado cañón.- Finalmente llegaron a Tingo, su campamento base.- Allí fue que, en un desesperado intento por quebrar la voluntad del clima, hicieron el bien recompensado pago a la tierra.- Entonces los envolvió el calor natural de estas tierras tropicales.- Y brindaron con cerveza helada y comieron pop corn.- Un lujo impensado, pero no para el meticuloso José Luís.

Con un Sol esplendoroso sobre sus cabezas pudieron despojarse de sus ropas húmedas, ir al río a bañarse, y ponerse cómodos por primera vez en todo el viaje.



Saposoa al fin

Después de una plácida noche se levantaron muy temprano para intentar arribar al Gran Saposoa.- A las cinco de la mañana salió un primer grupo para abrir trocha a punta de machete.- Dos horas después los siguió el resto de los expedicionarios.- Aquí no había mula que valga, cada uno debía llegar usando sus piernas y manos, casi arrastrándose por momentos.- Y con muchas posibilidades de que alguien sufriera un accidente de inciertas consecuencias. 
Cuando resoplaban y sudaban a mares pudieron apreciar los primeros vestigios del Gran Saposoa.
Unos magníficos mausoleos construidos en sitios inverosímiles, desafiando la gravedad, y rodeados de enigmáticas pinturas rupestres.- Finalmente vino una subida radical en medio de una jungla que solo sabía de víboras y monos y donde no penetraba la luz del sol.- Casi desfallecientes llegaron a las murallas del Gran Saposoa.- José Luís extrajo la bandera peruana que llevaba en su mochila.- Se tomaron las fotos de rigor, sonrieron.- Esa noche brindaron con pisco.

Todo el camino de vuelta fue alucinante.- Pudieron apreciar lo que el diluvio les había negado.- Como el sutil paso de la selva a la sierra.- Incluso tuvieron tiempo para explorar otras edificaciones de la cultura chachapoyas.- Cuando estuvieron nuevamente en Bolívar se entregaron a un sueño profundo.- En la ruta de vuelta a Cajamarca cruzaron el río Marañón a la altura del pueblo de Balsas y después vieron aterrados la profunda garganta que este forma y por donde discurre la trocha carrozable.- Almorzaron en Celendín, durmieron en un hotel cinco estrellas en Cajamarca y luego de una merecida y dionisíaca noche, se relajaron en los Baños del Inca antes de tomar el vuelo de retorno a Lima.- Si en un momento se sintieron como ciervos asustados, ahora parecían sansones después de derribar el templo.- Ni uno de ellos olvidaría nunca al Gran Saposoa.- Jamás.


Fuente: Alvaro Rocha.- Revista Rumbos.- La Republica.

Roger Vela Cárdenas.
Ingeniero Geólogo.

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